Dentro del conjunto de actividades que inciden en el consumo de energía la edificación es responsable de alrededor del 40% del total.
Es por ello que la eficiencia energética de los edificios es una parte esencial del esfuerzo para la racionalización del uso de los recursos, limitar el consumo energético global y las emisiones de gases de efecto invernadero. Al mismo tiempo, el de la energía es un sector deficitario en la balanza de pagos comercial de nuestro país y los efectos negativos que esto produce se agudizan en un escenario de previsión de alza de los precios de los combustibles fósiles.
Por tanto, a la necesidad de reducción del consumo por razones medioambientales se suma la conveniencia de sustituir parte del consumo energético proveniente de fuentes no renovables por el de fuentes renovables que incrementen nuestra independencia energética.
La Directiva 2002/91/CE, relativa a la eficiencia energética en los edificios y su actualización, la Directiva 2010/31/EU se enmarca en las políticas de cumplimiento de acuerdos internacionales como el protocolo de Kyoto y de reducción de la dependencia energética de la Unión, así como de otras directivas como la 2009/28/EC, sobre la promoción del uso de fuentes de energía renovables.
La directiva de eficiencia energética de los edificios establece entre sus objetivos:
- la utilización eficiente, prudente, racional y sostenible de la energía, especialmente en relación a aquellos productos generadores de emisiones de dióxido de carbono
- la reducción del consumo de energía y el uso de energía procedente de fuentes renovables en el sector de la edificación como medidas necesarias para reducir la dependencia energética de la Unión y las emisiones de gases de efecto invernadero
- el establecimiento de metas para el horizonte de 2020, como son la reducción en un 20% del consumo energético, la mejora en un 20% de la eficiencia energética de los edificios y el uso de un 20% de energía procedente de fuentes renovables, medidos respecto a los niveles de 1990.
Por tanto, se establecen unas exigencias mínimas de eficiencia de los sistemas del edificio y se apunta hacia edificios de consumo casi cero y bajas emisiones.
La directiva tiene su traducción en la normativa nacional y actúa a distintos niveles. A grandes rasgos, podemos organizar el conjunto normativo en bloques correspondientes a la Directiva de eficiencia energética en los edificios (EPBD) y su desarrollo, la Ley de Ordenación de la Edificación (LOE), el Código Técnico de la Edificación (CTE) y su desarrollo reglamentario (Documentos básicos, RITE, etc).
Estas normas actúan conjuntamente, como marco en el que se acotan progresivamente los términos en los que ha de evaluarse la eficiencia energética en los edificios y cómo se establecen los requisitos que la determinan.
Para lograr el cumplimiento de esos objetivos el CTE debe incrementar el nivel de exigencia implementado de forma progresiva, para facilitar la adaptación del sector.
La reducción del consumo se aborda a través de la mejora de los sistemas y de la limitación de la demanda energética y, en nuestro contexto climático, se ha considerado conveniente establecer límites separados a las demandas de calefacción y refrigeración para que se obtenga un comportamiento adaptado al clima con estrategias de diseño racionales.
A medida que nos aproximamos a niveles de demanda bajos, como resultado de rendimientos decrecientes se produce una diversificación de las medidas de ahorro competitivas, y en ese contexto resulta imprescindible la aproximación del coste óptimo para localizar de forma fiable los paquetes más efectivos al tener en cuenta la perspectiva del ciclo de vida y no solamente el corto plazo.
Los avances en la eficiencia de los sistemas provienen tanto de limitaciones cuantitativas establecidas directamente para los parámetros de eficiencia de los equipos, la limitación indirecta a través de límites de consumo o flexibilizando las exigencias relativas al régimen de funcionamiento de los equipos cuando aseguren la satisfacción de las prestaciones.
El aumento de la proporción de energía proveniente de fuentes renovables se aborda incrementando la participación de los sistemas del edificio para la generación de agua caliente y electricidad e, indirectamente, a través del efecto de las emisiones en la certificación energética.
Sin embargo, si bien los objetivos y las bases reglamentarias relacionadas con la eficiencia energética de los edificios están claramente establecidos, todavía existe un gran recorrido posible en cuanto a su desarrollo y aplicación final.
En Neoglobla aportamos nuestros conocimientos a nuestros clientes para mejorar la eficiencia energética de sus edificios y proyectos.
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