Dentro de las actividades industriales, la construcción (y su industria asociada) es la mayor consumidora de recursos naturales: madera, minerales, agua, energía… En Europa, Sólamente el proceso de construcción supone el 40% de nuestros residuos sólidos, que acaban en vertederos o escombreras. Asimismo, los edificios, una vez construidos, continúan siendo una causa directa de contaminación por las emisiones fruto de su consumo energético, y por el impacto sobre el territorio.
En Europa, los edificios representan el 40% del consumo energético total (30% en España, debido a su clima en general más benigno), y son los responsables del 30% de las emisiones de CO2 a la atmósfera. El transporte representa el 32% y la industria el 28% restante. [EUROSTAT 2003]. Asimismo, una gran parte de la energía que se consume en estos edificios proviene de recursos limitados y finitos, tales como el petróleo, gas o carbón, que tienen un elevado impacto ambiental y aumentan el efecto invernadero. Por otra parte, la escasez de estos recursos fósiles hace que la dependencia energética externa sea muy elevada. A nivel europeo, se prevé que las fuentes exteriores de suministro pasen desde un 50% en 2001 hasta un 70% en 2030, lo que previsiblemente hará encarecer los precios de la energía.
Se estima que existe un parque edificado de unas 25 millones de viviendas en España que fueron construidas sin criterio alguno de eficiencia energética. La entrada en vigor del Código Técnico en el año 2006 fue tardía e insuficiente en este aspecto.
No sólo eso. Se estima que en los núcleos urbanos consumen una nada desdeñable cifra del 14% del total de agua disponible para su utilización en España (la industria utiliza el 6%, y el 80% restante se usa en agricultura).
Los ciudadanos pasan en Europa el 90% de su tiempo en el interior de edificaciones. Sin embargo, muchos edificios crean atmósferas interiores insalubres y/o peligrosas para sus ocupantes, y en una parte significativa de los edificios nuevos o rehabilitados aparece el denominado “síndrome del edificio enfermo”. Los edificios herméticos pueden retener compuestos orgánicos volátiles (COV) liberados por los materiales, que pueden llegar a unas concentraciones centenares de veces más altas que en el exterior. En España, alrededor del 10% de los niños y adolescentes sufren de asma, siendo la enfermedad crónica mas frecuente en este rango de edad.
Por consiguiente, tanto por razones medioambientales, sociales y económicas se hace necesaria una evolución en el proceso constructivo. En Neoglobal estamos plenamente concienciados con estas nuevas necesidades, y tratamos de poner nuestro granito de arena para conseguirlo.